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HERMO, Carlos

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Datos biográficos

Nacido en Huelva en 1964. Director y guionista de varios cortometrajes premiados (Negocios, Vídeo In, Yunnun, el Vampiro Árabe). Autor de la colección de relatos Cuentos Injustos (1998) y participante en varias antologías de narrativa (Huelva en Cuarentena, Lo que cayó en el Conquero, Tapas Literarias). Guionista de Cómics (Norma Editorial, Toutain Editor, Camaleón Cómics, El Libro Feroz). Creador de proyectos audiovisuales a desarrollo para el Ministerio de Cultura y la Junta de Andalucía. Con más de cuarenta distinciones en literatura, cómic, cine, radio y televisión. Actualmente es guionista del departamento de diseño y autopromociones de Canal Sur radio y televisión.

 

Obra literaria

Ha publicado:

Obra bibliográfica

  • Cuentos injustos, colección de relatos (Universidad de Huelva, 1998).
  • Huelva, en cuarentena. Trienio Zenobia/Juan Ramón Jiménez: Antología Narradores Onubenses (Diputación de Huelva, 2007). 
  • Lo que cayó en el Conquero. Antología Narradores Onubenses. Relato: "Calderilla" (Ed. Cacúa, 2008).
  • Tapas literarias, antología narradores. Relato: "La havitación viajera" (Ed. Celaya, 2015).
  • Historias sin futuro, Antología de Cómic (VVAA), dibujos: José Luis Escalante (Ed. El Libro Feroz, 2022).
  • Doble piel. La vida fugitiva del hermafrodita Reyes Carrasco, Novela (Letrame Grupo Editorial, 2023).

Guionista de cómic

  • Zona 84 (n.º75/82), Angelitos, Mundo Interior. Dibujos: José Luis Escalante. (Toutain Editor 1990/1991).
  • Creepy (nº13/Segunda Época),  Inúa. Dibujos: José Luis Escalante. (Toutain Editor, 1991).
  • Cairo(nº50): Pobre Murray (Dibujos/Antonio Alaminos). (Norma Editorial, 1987).
  • Más Madera: Jamax Mad (Dibujos/Ricardo Machuca). Bruguera.
  • Manicómic, Camaleón Cómics y AbranMpaso, como co-director/guionista fanzines de cómic.

Guionista de cine y televisión

  • Malta 3D (2010) (Brainbox) (Guionista). Aventura estereoscópica.
  • Yunnun, el vampiro árabe (2006) (guion y Dirección). Ayuda Consejería Cultura Junta de Andalucía y Canal Sur Televisión.
  • Premio Mejor Cortometraje en Vídeo Ciudad de Dos Hermanas. (Festival Cine Fantástico de Málaga y Jóvenes Realizadores de Granada).
  • Breves (1998)(Cortometraje 16 mm y BETACAM SP) (guión y Dirección).
  • Vídeo in (1.995) (Cortometraje 35 mm) (guion y Dirección).
  • Negocios(1.989) (Cortometraje 35 mm) (guion y Dirección).
  • Euforia (2003) (guion); BACKGROUND 3D PARA ¿Isla Mágica¿ (Animación 3D).

Documentales:

  • Dueños de nada (de S. Talavera) (2003) (Co-Guionista); DOCUMANIA.
  • Tercero G (de Sebastián Talavera) (2001) (guion).
  • Making of: Nadie conoce a nadie (guion) (Canal Sur y Sogetel, 1999).
  • Ruta colombina (1995); (guion Documental) (Diputación de Huelva).

Desarrollo de proyectos audiovisuales

  • Gero, aventuras en tierradentro(2010)(Forma animada) (Idea Original y Argumento). Selección Cartoon Movie 2010. Ayuda Consejería Cultura Junta de Andalucía: a Desarrollo.
  • Plant's planet(2009) (Atrium Digital/Brainbox) (Guion). Ayuda Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía: Serie Animación.
  • Aventuras en Doñana (2003) (guion de Largometraje) .Ayuda Consejería Cultura Junta de Andalucía: a Desarrollo.
  • Hércules¿ (1.994) (guion episodio piloto, serie dibujos animados) DIALPA.
  • Araña Márquez (guion episodio piloto) (FORMA ANIMADA).
  • Teletrastos (guion, tres episodios) SAVITEL para Canal Sur Televisión.

Desarrollo de guiones de largometrajes

  • La fauna de los cadáveres, Ayuda del Ministerio de Cultura para el desarrollo de guiones de largometraje.
  • Su seguridad: Beca Junta Andalucía: desarrollo guiones de largometraje.
  • Ridiculum vitae: Proyecto 3 x 100 Productora El Arenal; Beca de la Junta de Andalucía para desarrollo de guion de largometraje.

Radio

  • Lío de familia: Premio Teatro Radiofónico de Canal Sur, 1993.
  • Guionista de Radiocadena Huelva, Manicómic, programa de sketches humorísticos, 1985.

Premios

Premios literarios

  • El evangelio de Judas, Finalista certamen Gustavo Adolfo Bécquer (Junta de Andalucía).
  • Pinceladas a puñal, Premio Córdoba de Guiones.
  • Patibulines et iudexvindo, Premio Monturrio de cuentos.
  • Benshi (1.995), premiado con Premio de relatos breves: Campo de los Patos. (Ayuntamiento de Oviedo).
  • Los errores del Rey, El pontón, Acupuntura  y trenes blindados, premiado con I Premio relatos Universidad de Huelva (1998).
  • EL CEMENTERIO DE LAS ESTATUAS FALLIDAS, premiado II Certamen Lorenzo Mercadante (2008).
  • La maleta de mi abuelo, Premiado XXI Certamen Ciudad de Palos (2016).

Premios en producciones audiovisuales.

  • Vídeo in (1.995) (Cortometraje 35 mm) (guion y Dirección):
    . Colón de Oro del Público Festival de Cine Iberoamericano.
    . Ayuda de Guiones Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía.
  • Negocios (1.989) (Cortometraje 35 mm) (guion y Dirección):
    . Colón de Oro del Público Festival de Cine Iberoamericano.
    . 2º Premio Festival Internacional de Elche.
    . Mención de Honor Festival de Alfaz del Pí.
    . Premio de Guiones de la Junta de Andalucía.
  • Dueños de nada (de S. Talavera) (2003) (Co-Guionista); Doumania.
    . II Festival cine digital Isla de la Palma, El Festivalito: Mejor Documental.
    . X Festival de Vídeo de Ciudad Real (Mejor Documental).
    . I Muestra documental independiente Cádiz.doc (Mejor documental).
    . I Festival Itnal. Derechos Humanos - Barcelona (Mejor realizador novel).
    . 26 JVC Tokyo Vídeo Festival (Excellence Award y Premio del Público).
    . Canarias MediaFest2004 (Mejor Documental).
    Seleccionado en: IDFA: International Documentary Film Festival Amsterdam.
    Tesalonica Film Fest.; Hot Docs (Canadian International Documentary Fest.)

 

 

Obras en Internet

Menciones y reseñas de Internet

Perfil Instragram: @chermo_64

Fragmentos de su obra

"La historia de amor de Borrón y Cuenta nueva"

Se conocieron en un cuaderno a rayas. Estaban predestinados: la cuenta, con su ansia de perfección; la goma, con ganas de hacer las cosas bien. Empezarían tantas veces como hiciese falta.
Se compenetraron magníficamente hasta que la operación fue correcta. Les habían unido lazos tan estrechos que se habían enamorado; pero la separación era inevitable. Ninguno de los dos tuvo la culpa.
La belleza intachable de Cuenta Nueva quedó aprisionada en el cuaderno de rayas, mientras que Borrón emigró procurando mejorar el mundo. Siempre hay donde arreglar cuentas.
Como toda historia de amor, solo se es feliz mientras dura.

(Cuentos Injustos, 1998)

"La tetera mosqueona"

Todo un invento. Nada de cerillas. Para conseguir que nuestra tetera caliente agua, hay que enfadarla. Es un bonito entrenamiento para hacerse adulto. Lo dice mi madre que de eso entiende. La insultas cuanto puedas y, depende del grado de irritación, se consigue un té más o menos concentrado.
Cuando papá y mamá discuten, cabemos de cinco a seis tazones de té diarias... Por persona... Y van aumentando. El ambiente se hace tan irrespirable en casa que hasta las letras del cuento nos abandonan...
No hemos logrado convencerlas para que vuelvan y puedan terminar nuestra historia.

(Cuentos Injustos, 1998)

"La maleta de mi abuelo" (basado en hechos reales).

Llevaba siempre una maleta de cartón, abollada a causa del ajetreo de tanto viaje. La humedad había oxidado el cierre y las bisagras, pero eso le traía sin cuidado al abuelo. Jamás la deshacía. La bajaba del armario al amanecer, la llevaba hasta el salón y la dejaba entre sus piernas el resto de la jornada, mientras esperaba todo el día a que pasara su tren, sentado en el sofá junto a la ventana.
- Buen día, señorita -me saludaba cada mañana, como si no me conociera.
- ¡Hola, abuelo! -le respondía, mientras tomaba mi colacao antes de ir a la escuela, rezando por no mancharme de nuevo el uniforme.
-¿Estudiante?
-No hay más remedio.
-Pues debería aplicarse, señorita -recomendaba con su pulcra entonación de viajante comercial-. A la larga se alegrará de tener una carrera y valerse por sí misma. Míreme a mí. Dejé la escuela y ahora me veo obligado a vender de puerta en puerta, por mi mala cabeza.
-La mala cabeza es herencia de familia, abuelo -le reconozco en un momento de debilidad, descuido que aprovecha la magdalena para precipitarse contra el colacao, desbordando la taza como un tsunami y estampando el manchurrón habitual en la falda de mi uniforme-. ¡Jooo...! ¡Te tengo que dejar, abuelo, que ya voy tarde!
-Que tenga usted un buen día, señorita.
Y allí lo dejaba, sentado en aquel sofá de skay marrón, muy erguido, sin apoyarse en el respaldo, con su chaqueta de mezclilla y su pantalón de tergal, planchado a la raya. Parecía un inquieto pasajero esperando en el andén, dispuesto a salir corriendo en cuanto su tren se detuviera en la estación.
Al volver de clase, me lo encontraba en idéntica postura, inmerso en su espera interminable. Y me saludaba con exquisita educación cuando llegaba sofocada, tras subir corriendo los escalones, de dos en dos.

-Buena tarde, señorita... ¿Mucho calor? Si quiere, bajo la ventanilla.
-Sí, gracias... Muy amable.
Nuestro salón tenía un ventanal amplio que daba a una calle sin salida. Enfrente había una barriada de casitas bajas, con limoneros que asomaban por encima del vallado. El viento los mecía, dando a mi abuelo la falsa sensación del paisaje que regala un tren en movimiento. Pero durante todos aquellos años, aquel horizonte estático jamás se movió de los estrictos márgenes de la ventana inmóvil. De vez en cuando, asomaba la cabeza por la ventana, y miraba a izquierda y derecha, a lo largo de su andén imaginario, con la esperanza de que algún día su tren echara a andar. Y, aunque aquel sofá de sky jamás le llevó a ninguna parte, nunca desesperó.
De cualquier forma, mi casa jamás fue un lugar triste; y casi siempre gracias a mi abuelo. Comíamos en la mesa desplegable, mi padre, mi madre, mi abuelo y yo. Y él siempre nos amenizaba el almuerzo con una de sus escabrosas anécdotas de representante de vinos y licores, avergonzando a su hijo por exceso de sinceridad.
-Papáaaa... No tienes por qué contarlo todo.
-Mejor contarlo que quedárselo dentro.... ¿qué me dice usted, señorita?
Pero, a pesar de su mala cabeza, mi abuelo era un auténtico genio: un cerebro en química, matemática financiera y anécdotas de juventud. Una de las pocas cosas que conseguía rescatarle de su ensoñación era mi dificultad con las ciencias. Yo hacía las tareas en el salón, bien cerquita de él, porque sabía que me dedicaría la atención que mis padres no podían dispensarme:
-¡Pfffff! -se me escapaba la indignación de forma directamente proporcional a mi despiste en el cálculo.
-¿Algún problema, señorita?
-¿Qué tal andamos de formulación, abuelo?
-Dejé la escuela antes de tiempo, pero eso no significa que perdiera el tiempo mientras estuve. ¿Me permite que le eche un ojo?
Mi abuelo había heredado muy joven una fábrica de aguardiente; tuvo que dejar los estudios cuando a mi bisabuelo se le fue la cabeza y casi arruina el negocio. Eso fue antes de que la gente supiera que existía elAlzheimer y se tachara su enfermedad de simple locura. Desde entonces, mi abuelo se volcó en la empresa familiar y patentó un alambique que destilaba un aguardiente dulce como el almíbar. Un genio, ya digo. Incluso, dice mi padre, que llegó a coquetear con la alquimia. Lamentablemente, pronto tuvo que olvidarse de sus pociones y precipitados para expandir el negocio y convertirse en el representante de vinos y licores con más kilómetros a la espalda de Andalucía. Y su mente lo había condenado a vivir en perpetuidad en aquel recuerdo: sentado en el sofá, con su maleta entre las piernas, esperando en la Estación del Olvido.
Quizás por eso, el día que llegó su tren me cogió por sorpresa.
Al regresar de la escuela, no le vi asomado al ventanal desde donde observaba la estación inmóvil. Cuando subí, tampoco le vi allí donde los cojines habían moldeado su forma de tanto esperar. No vi a mi madre por ningún lado. Ni a mi padre tampoco. Fui directa al cuarto del abuelo, porque él jamás salía de casa. Pero encontré la habitación vacía, la cama hecha... y la maleta de mi abuelo sobre la colcha, abierta de par en par.
Me asomé a su interior, por primera vez en mi vida, y me sobrevino un vértigo como el que padece quien se asoma a un precipicio profundo y desconocido. En la maleta, el abuelo conservaba, pulcramente doblado, el camisón de la abuela junto a una trenza de pelo blanco, en un cofrecillo de plástico transparente. El resto lo ocupaba una caja de latón llena de fotografías.
Repasando los recuerdos de una vida, vi a mi abuelo crecer ante mis ojos. Lo vi dejando la escuela, lo vi construyendo su alambique, enamorando a mi abuela, vistiéndose por primera vez con aquella chaqueta de mezclilla que le quedaba al menos dos tallas grande. Lo vi envejecer y enterrar a su mujer¿ Y luego lo recordé en el sofá, con su equipaje preparado, esperando aquel tren que por fin se lo había llevado.
Después, sin darme cuenta, me hice mayor.
Mis padres jamás vendieron el sofá de sky marrón, ni se atrevieron a cambiar la colcha de punto del cuarto del abuelo ni librarse de su maleta de cartón, que mi padre conservó en lo alto del armario como oro en paño:

-Cuando yo era pequeño, él siempre estaba de viaje -reconocía mi padre con ternura-. Por eso, las mejores conversaciones, las más sinceras, las tuve en ese sofá, mientras esperábamos juntos su tren.
Me casé y tuve hijos... y, poco a poco, me dejé llevar por mis propios problemas... También dejé de visitar a mis padres con frecuencia. Quizás por ello, el destino genético volvió a cogerme por sorpresa.
Una tarde que me corroía mi conciencia de mala hija, fui a verles. Pero me encontré la puerta de su casa abierta y el salón vacío.
-¿Mamá...? ¿Papá...? -pregunté; pero solo me respondió el viento.
Una brisa fantasmal mecía las cortinas del ventanal que alguien había dejado abierto. Me asomé por la ventanilla y miré a izquierda y derecha, como hacía mi abuelo. Pero no encontré explicación alguna que justificara semejante quietud. ¡El mundo se había detenido! La cocina estaba desierta, al igual que el pasillo, mi cuarto y la habitación de matrimonio. Sólo un triste murmullo se escapaba a través de la puerta del abuelo. Cuando me asomé a su cuarto, encontré a mi madre, en un rincón, llorando para adentro.
-¿Mamá...?
Mi padre estaba de pie, frente al viejo armario. Descolgaba de la percha la chaqueta de mezclilla del abuelo y sus pantalones de tergal; luego, los dobló con esmero y los guardó en la maleta de cartón que esperaba sobre la colcha vieja con las entrañas abiertas. Dentro, seguía el camisón de la abuela y la lata de colacao con fotografías añejas. Rellenó el espacio libre con una foto de mi primera comunión y otra donde compartía sonrisa con mi madre, muy jovencitos los dos, montados en una moto a orillas de un pantano.
-¿Papá...? ¿Estás bien?
Con los ojos idos, cerró la maleta de cartón, de bisagras oxidadas y cierre desencajado. Pasando a mi lado sin mirarme, mi padre fue a sentarse en el sofá, con la maleta del abuelo entre sus piernas. Se sentó bien erguido, sin hacer uso del respaldo, como el viajero que aguarda la llegada inminente de su expreso. Clavó su mirada en la ventanilla, en aquel paisaje estático apenas mecido por elviento. Y por fin me vio, de pie, frente a él, sin poder articular palabra. Y con una paz absoluta, me preguntó con dulzura:
-Buen día, señorita... ¿Sabe si falta mucho para que salga mi tren?
Desde entonces, voy cada tarde a hacerle compañía. Le cojo la mano y hablamos de todo y de nada. Y apenas puedo apartar la vista de esos ojos de mirada limpia, de aquel que se va con la conciencia tranquila.
Espero que esa misma paz me acompañe... el día que me toque hacer la maleta.