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SOLANA SEGURA, Carmen

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Datos biográficos

Carmen Solana Segura (Ceuta, 1967) es licenciada en Humanidades por la Universidad de Huelva, tiene el grado de doctora y se encuentra especializada en la literatura del Siglo de Oro. Los once primeros años de su vida transcurrieron en plena Sierra de Aracena, en Fuenteheridos, y después ha vivido en Huelva, Ceuta y Sevilla. En la actualidad reside en Huelva e imparte clases de Literatura Española en la Universidad de Huelva.

Viene colaborando con la revista literaria electrónica Etiópicas. En 2009 fue miembro del jurado del IV Certamen Nacional de Relatos Cortos "Zenobia", y de forma esporádica colabora en medios de comunicación regional.

Obra literaria

Ella misma nos confiesa las siguientes palabras: "Mi afición por la literatura comienza desde mi infancia como lectora, pero es en la madurez con la crianza de mis hijos cuando escribo mi primera obra, el cuento Ana y la bola de cristal".  A este cuento le siguieron:

  • Miguel, Marco y el brazalete (Madrid : Slovento, 2010).
  • Curro "El mister" (Madrid : Slovento, 2010).

En cuanto a la literatura para adultos destaca el libro de relatos Pequeños Mundos, un universo de diversas historias y personajes.

 

 

Menciones y reseñas de Internet

Fragmentos de su obra

Miguel, Marco y el brazalete
"Miguel seguía esperando. Casi sin darse cuenta, se encontró frente a la puerta de la biblioteca, una preciosa obra de arte barroco atestada de figuras que se disponían a lo largo del tímpano y rellenaban por completo las jambas. Eran esculturas voluptuosas y retorcidas que, con formas bellamente redondeadas, representaban el nacimiento de la primavera, motivo por el que toda la composición estaba repleta de flores y pájaros, tan reales que parecían tener vida.
 
El portero se llamaba Carmelo; era un hombre maduro, calvo y bajito. Al verle le saludó amable y Miguel le correspondió, al tiempo que observaba cómo saltaba un botón de la camisa de su uniforme a causa de su tremenda tripa.
 
Carmelo hizo cómicos ademanes con las manos dando una palmada en el aire como si estuviese cazando moscas, pero el botón rebotaba sobre el suelo ajedrezado del vestíbulo con un insolente tintineo hasta que se coló en la sala dedicada a lectura.
 
Allí llegó Miguel en un salto y consiguió atraparlo triunfalmente en el aire.
 
Al darse la vuelta tropezó con un señor mayor de larga barba grisácea y Miguel sintió una extraña atracción difícil de explicar,"
(pp. 47-48).
 
Curro "El mister"
"Todo empezó el año de 1893, una tarde de primavera hace ya tantísimo tiempo, pero todavía hoy me parece estar escuchando aquel silbido de las locomotoras, el chirriar de las vagonetas desplazándose por los raíles, el murmullo de los empleados, la voz chillona del vendedor ambulante y cientos de pisadas que corrían de un lado a otro. Ver no veía nada, porque en la oscuridad del vagón sólo se vislumbraban algunos montones de paja apilados contra la pared. De repente escuché unos pasos que se acercaban cada vez más. Temiendo que fuera el revisor, me escondí detrás de uno de esos montones y me aseguré de que no se me viera ni un pelo colocando otros encima. La puerta se abrió rápida como un relámpago y se cerró del mismo modo." (pp. 96-97)


Ana y la bola de cristal
"La trastienda se apartaba del resto del comercio por unas cortinas repletas de lamparones. El Señor Benito las separó con su bastón cediéndoles el paso, y una nube de polvo cayó sobre ellas. Ana no pudo contener el estornudo ni el picor de los ojos; cuando dejó de frotárselos se quedó paralizada con la cantidad de objetos que atesoraba en un espacio tan pequeño.

Había cientos de libros apilados desordenadamente en las estanterías más altas. Incluso podían verse piezas de las que emanaban algunos reflejos; probablemente formaron parte de antiguos cochecitos o trenes metálicos. También contaba el Señor Benito con innumerables cajas de madera o cartón, precisamente sobre una descansaba un enorme aro blanco. De un viejo baúl sobresalían piernas y cabezas de muñecas, cuyas gigantescas sombras dominaban la estancia.¿ (p.8)
Pequeños Mundos ¿Un dulce festín¿:
¿Compulsivamente fue engullendo uno tras otro, hasta que se sintió algo fatigada, entonces comenzó a ser más selectiva, eligió una tartaleta de merengue, la exprimió entre sus manos palpando una textura pegajosa y suave, luego fue restregándosela por la cara, y lo que le sobró entre los dedos se lo comió. Después sus ojos se posaron en un pastelito de fresa, de brillante mermelada purpúrea, le dio un bocadito para degustar el dulzor y la acidez expandiéndose por su boca, mientras las pepitas de fresa le hacían cosquillas en la lengua.

Un estremecimiento interrumpió la ceremonia. Sintió escalofríos, los pantalones estaban mojados, notaba la tela rígida adherida a su piel, le resultó tan insoportable que terminó quitándose toda la ropa. Frente al espejo fue untándose de nata los brazos y las piernas. Seguía notando frío. Estrujó contra sus pechos unos de chocolate y otros de albaricoque, experimentando una tibieza reconfortante. Un chorrito de miel que descendía desde el ombligo hasta el pubis lo aprovechó para embadurnar su sexo.

Todo su cuerpo había adquirido una consistencia nueva. Ella lamía ansiosamente su nueva piel resbaladiza, melosa y tierna, excitándose cada vez más. Después su vista se nubló. Tambaleándose alcanzó la cama. Lo último que hizo fue aferrarse a la colcha inmaculada con sus manos pringosas y coloristas dejando impresas sus huellas como si se tratara de un lienzo surrealista y patético."