El Ministerio de Cultura va a celebrar especialmente el 21 de mayo, "Día Mundial de la Diversidad Cultural para el Diálogo y el Desarrollo", instituido por la UNESCO en noviembre de 2001. El Ministerio ha organizado un acto en Sevilla que estará presidido por la ministra de Cultura, Carmen Calvo, en el que se leerá un manifiesto de apoyo a la diversidad cultural. A este manifiesto se sumará la Coalición Española para la Diversidad Cultural en representación de la sociedad civil y de los creadores y profesionales de la cultura.

En la segunda parte de este acto conmemorativo habrá actuaciones musicales en la calle que pondrán de manifiesto la diversidad cultural española, de la que Sevilla es un ejemplo representativo.

La aceptación del principio de diversidad cultural es algo consustancial a la naturaleza de nuestro país, ya que es uno de los pilares de la Constitución y, por tanto, de la convivencia entre los españoles.

El pasado 28 de marzo entró en vigor la Convención para la protección y promoción de las expresiones culturales, adoptada por la UNESCO en octubre de 2005. Esta Convención, en cuyas negociaciones el Gobierno de España ha desempeñado un papel muy activo, ya ha sido ratificada por cincuenta países. El primer acto de aplicación de la Convención se va a celebrar los próximos 18, 19 y 20 de junio en la sede de la UNESCO en París con la reunión de la Conferencia de las Partes. En este encuentro serán elegidos los 24 países que van a formar parte del Comité Intergubernamental y se pretende acordar los principios fundamentales que van a regir la Convención.

La Convención reafirma el derecho soberano de los Estados a elaborar políticas culturales con miras a "proteger y promover la diversidad de las expresiones culturales", por una parte, y a "crear las condiciones para que las culturas puedan prosperar y mantener interacciones libremente de forma mutuamente provechosa". (Artículo 1).

De esta manera, la Convención establece un nuevo pilar de la gobernanza mundial y consagra el concepto de diversidad  cultural integrándolo como un principio del derecho internacional. Podrá, así, desempeñar un papel comparable -y al mismo nivel normativo  a los acuerdos de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual en el marco de la propiedad intelectual, o los de la Organización Mundial de Comercio en el ámbito comercial y establece la naturaleza cultural y económica específica de los bienes y servicios culturales.