Atrás

PONCE DE LEÓN DOMÍNGUEZ, Cristóbal

Imagen

Datos biográficos

Nació en Huelva el 22 de agosto de 1968. Es Ingeniero Técnico Industrial por la Universidad Politécnica de Huelva, actualmente trabaja en el departamento de Operaciones de Energy Park la Rábida.

Comenzó su andadura literaria con la ayuda de la tertulia de poesía Madera Húmeda, hervidero de la joven lírica onubense en aquellos años, de la mano de los Poetas Ángel Poli, Paco Ruano y Francis Vaz, también como asiduo oyente en las tertulias organizadas en el 1900.

Paralelamente ha formado parte como actor en las compañías de teatro aficionado "El cuadro de actores de la cadena Ser"; "El nombre es lo de menos" de la que fue cofundador junto con Blanca Rodríguez Tuñas; bajo el paraguas de esta compañía se han hecho varias lecturas dramatizadas, escritas y dirigidas por José María Rodríguez; también ha trabajado como actor en la "Compañía de teatro Tusitalas".

 

Obra literaria

  • Mar adentro: libro de poemas, publicado con la editorial Niebla en 2016.
  • Piel de manzana: libro de poemas, publicado con ediciones en Huida en 2018.
  • Fragmentos: libro de poemas publicado por el ayuntamiento de Teruel, galardonado con el premio al mejor libro en el LXII Certamen Internacional de Poesía Amantes de Teruel.

 

Menciones y reseñas de Internet

 

Fragmentos de su obra

Mar adentro

Digo que soy poeta, pero lo digo a regañadientes, incluso me sonrojo, y lo digo con la cabeza gacha, sin creérmelo del todo, fingiendo ser otra persona, menos arrogante quizás; qué esperabas de un ciudadano de a pie que soñaba desde su más tierna infancia con ser "Perito en Lunas".

Ningún poet@, salvo contadas excepciones, debiera soñar en voz alta, me refiero a esos poet@s de verdad, a los que brillan con luz propia, a los irremplazables; y no a un triste fingidor como yo, que sueña con eternizarse en tu memoria, o con quitarles la razón a esos que miden con astrolabio y reglas milimétricas la geometría descriptiva de unos versos, su hipnótico centro de gravedad, su lamentable momento de inercia...

Pero ya me lo dijo Juan María sosteniendo en su mano izquierda aquella placa de mi vesícula, en un perfecto contraluz; ¿te das cuenta Cristóbal? Esto somos... Pura vanidad.

 

Piel de Manzana

Es tan cómodo dejar correr los secretos por las lievas del silencio hasta perderlos de vista, tan difícil separar el cornezuelo del grano; a fin de cuentas, esta es -sin duda- la verdad, la verdad que tú nunca quisiste oír y que yo me negué a pronunciar por una deplorable razón, suma de miedo -y de arrogancia- demasiado tiempo haciéndome pasar por otro.

Pero lo cierto -lo más terrible de este drama- es que te amé -durante años- en estricto secreto, como si no tuviera piel en los dedos, ni valles sembrados de cerezos en flor en los bancales de mis manos -las máscaras no lloran- y pese a todo, hoy necesito confesarte -irreverente y profano- aunque suene a Pero Grullo, que te quise tal vez como nadie te haya querido, como quiere un hombre que se va haciendo niño dentro de un alma cada día más marchita; que soñé contigo -cada noche- abrazado a mi almohada -que eras tú- besando tus labios de franela, atado con trece nudos a esa falsa seguridad que solo el pesimismo -más hondo- ofrece a sus desabridos mártires.

Lástima que estos lodos terminen enturbiando aquella realidad que yo fue construyendo mar adentro de la memoria; me equivoqué, no será esta la primera vez ni tampoco la última... Y entonces, para qué remover el poso de un sentimiento tan cristalino.

 

Fragmentos

Apenas el bálsamo de tu voz recorriendo -hilarante- mis secretos desconciertos, el cruce fortuito de tu mirada con el relámpago esquivo de mis ojos, aquel deseo -tantas veces malogrado- de apartar -con los dedos de la imaginación- el pelo de tu cara, el de comerte a besos sin sentir -sine die- ese envenenado cardumen de peces araña; no saber desentrañar -lo que a gritos- el (re)sentimiento; el de llevarte -en las máculas de mis ojos- sin que te desvanezcas, como el destello azul de ciertas aves en la verde bruma del alba...

 

Lágrimas de cebolla (inédito)

Sigo allí, suspendido de los mismos hilos que tú, entre el imparable carrusel de estrellas y el sofocante aclamo de los grillos; escudriñando cada gajo de cielo, buscando -aún no sé qué-; un cataclismo quizás, algún fenómeno inexplicable, algo que tire por tierra la mecánica cuántica de todos esos instantes pretéritos y futuros. Me niego a abandonar esa insignificante fracción de mi vida, es por eso que sigo allí -conteniendo a duras penas la emoción y las lágrimas- a escasos milímetros -mi mano- de tu mano, a decenas de años luz, a unas décimas de la nada, pero allí -erizados todos los vellos de mi cuerpo- aferrados a esa silenciosa búsqueda; vislumbre y hallazgo de otros mundos plausibles; semilla, entalpía, antimateria y caos... Y sin embargo allí -atónitos- esporas del más fluctuante latido, fraccionados en un billón de innombrables consecuencias, en un billón de sueños inasibles... Pero allí, frágiles teselas del inacabado mosaico, echando raíces en ese perpetuo deja vu; expandiéndonos -en silencio- hacia lo más recóndito de la materia; de espaldas al enjambre, al paraíso terrenal, a nuestro yo más perentorio; tangente a tu piel, en un número, demasiado finito, de átomos.

 

Una moneda al aire

Fue portada en algún telediario, todo muy breve y resumido en un aséptico flash de medio minuto: Más de seiscientos inmigrantes de Birmania y Bangladesh continúan a la deriva en el mar del sudeste asiático, por quinta semana consecutiva, todos hacinados en un destartalado buque; enfermos y muertos de hambre... Obviamente olvidaron comentar que la marina indonesia los remolca -lejos de su jurisdicción- por órdenes del gobierno -con ciento de mujeres y niños a bordo-... Mar adentro.